María Magdalena quedó sorprendida del amor de Jesús.
No la condenó y le ofreció la oportunidad de liberarse de la esclavitud a la
que estaba sometida. Le dio su Infinita Misericordia y, María Magdalena supo
comprenderlo y acogió en su corazón pervertido esa Misericordia y Amor que le
tendió Jesús.
Experimentar ser tratada como una persona con la misma
dignidad que los demás. Siendo, incluso, mujer de su época, excluida de todo
derecho, y, además, mujer prostituida y excluida socialmente, fue algo
inimaginable e impensable para María Magdalena. Ese encuentro y tratamiento
cambió su vida.
Y la cambió hasta el extremo de no poder vivir sin la
Persona de Jesús. Su muerte fue un duro golpe para ella y una tragedia de la
cual no podía liberarse sin permanecer al lado de ese Jesús que creía muerto.
Así y todo se acercó a Él, y, creyéndolo muerto, experimentó que había
Resucitado. ¡Cristo Vive!
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