Escuchar la Palabra del anuncio de la Buena Noticia
nos ayuda a entenderla. Pero, para eso, la escucha debe ser atenta, reflexiva e
interiorizada. Y eso significa que esa Palabra debe ser filtrada en nuestro
corazón y, discernida, llevarla a la vida. A la vida de nuestro quehacer de
cada día.
No nos pongamos metas altas ni grandes obras. Se trata
de descubrir lo que realmente eres y dejarte conducir por las enseñanzas que
Jesús, en y con su Palabra, te vaya sugiriendo. No pierdas de vista que Él te conoce
profundamente mejor que tú y sabes tus posibilidades.
Y será tan malo dejar de hacer todo lo que te ha sido
asignado, como querer hacer más de lo que has recibido. Porque, lo primero
señala tu comodidad de eludir tu misión o parte de ella. Y, lo segundo,
descubre tu ambición, tu vanidad y tu deseo de subir buscándote a ti mismo.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.