Hoy, en el Evangelio, Jesús nos responde a esa
inmediatez con la que nosotros queremos responder a nuestros problemas,
apetencias, debilidades y pecados de forma rápida e inmediata. Jesús nos pide
que tengamos paciencia, que las soportemos con esperanza y, sobre todo, con
mucha fe en Él.
No debemos arrancar la cizaña, nos dice, de nuestra
vida enseguida, porque corremos el riesgo de también arrancar el buen trigo que
crece junto a ella. Esperemos a la hora final. Tenemos una vida por delante y
la promesa de nuestro Padre de que lograremos, si creemos en Él, salir
victoriosos.
Él así lo quiere y así nos lo pide. Nos promete que no
nos faltará su ayuda y que tendremos la asistencia y el auxilio del Espíritu
Santo. Ese Espíritu Santo que hemos recibido en el momento de nuestro bautismo.
Por tanto, tengamos paciencia y no perdamos la fe en Jesús.
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