Jesús no ha venido atropellando ni arrollando con
fuerza humana todo lo que se le pone delante. Tampoco nos ha abrumado con
dialécticas y exigencias. Todo lo contrario, su perfil y características el mismo lo define: Manso y humilde de
corazón. Jesús viene sin exigencias, propone, no impone.
Se presenta en una borriquita, muy humilde y sin estridencias.
No escoge un corcel hermoso ni nada que llame la atención. Su poder no está en
la fuerza sino en el servicio. Un servicio que nade de la humildad y sencillez.
Su carta de presentación es la humildad y la sencillez.
Por eso, busca esas características en la gente
humilde y sencilla y tira del carro con ellos, porque con los sabios y
autosuficiente no puede. Solo los humildes son capaces de unirse a Jesús, para,
con y desde Él, adherido a su yugo tirar para adelante y, aliviando tu vida,
avanzar con tu cruz.
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