La fe te mueve y te lleva a buscar y a pedir. Aquel
personaje había oído las acciones y obras milagrosas de Jesús y le buscó, aún
cuando, humanamente hablando, su hija había muerto, y sus esperanzas, por
tanto, habían muerto también. Sin embargo, su fe le puso en camino.
Lo mismos ocurrió con aquella mujer enferma de flujo
de sangre. Su situación de mujer le hacía más que imposible llegar a Jesús y
poder acercarse a Él. Sin embargo, su fe le decía de que llegado a Él y tocarle
el manto podía curarle. Y esa fe se descubrió en su camino e intento de
alcanzarlo.
Nada, ni los impedimentos existentes en su tiempo le
impidieron seguir adelante. Su fe estaba siendo probada descubierta en sus
esfuerzos por llegar a tocar el manto de Jesús. Y, tocado, su fe se había
consumado. Así lo experimentó Jesús y así se lo transmitió al dejarla curada.
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