Lo extraños que esos pocos – aparentemente nos parecen
locos – que creyeron en Jesús fueron tan consecuentes con su fe que la vivieron
como algo indivisible con su propia vida. Lo que creían, hacían hasta el punto
de comprometer sus propias vidas. Y eso caló en muchos otros.
En poco tiempo, ¡es asombroso!, la Buena Noticia que
ellos proponían en nombre de Jesús se extendió por casi todo el mundo de
aquella época. Y a pesar de ser perseguida con penas de muerte y sacrificios
horribles. ¿No es esto suficiente para, al menos, plantearse la fe?
Y, pensándolo bien, no está escrito en nuestro corazón
que lo que realmente deseamos es lo que esa fe nos invita a creer. ¿Acaso no
quieres tú la Vida Eterna? ¿Acaso no quieres tú la Felicidad Eterna? Luego,
¿qué pierdes por intentar indagar y ver quién es ese Jesús? ¿No tienes
suficientes razones para dedicarle un tiempo,
es que realmente tienes miedo de comprometer tu vida? ¿Y si la pierdes
para siempre?
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