¿Acaso sé yo realmente lo que me interesa? ¿Cuál es la
medida de mi fe? ¿Escucho realmente la Palabra de Jesús, o, simplemente, la
oigo y la acomodo en la indiferencia de mi corazón?
Porque, escuchar es guardar para, luego vivir y
realizarlo en la vida de cada día. Y esto se hará en proporción a la finalidad
y objetivo que tú te propongas, ganar tu vida en este mundo o perderla.
Jesús nos lo ha dejado muy claro: «Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque
quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la
encontrará. Ahora, tú tienes la palabra.
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