miércoles, 12 de agosto de 2020

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No tiene sentido aislarte, porque una fe individual ni puede medirse ni tampoco darse en obras. Sólo, cuando la fe es compartida se hace vida en la comunidad y toma todo su sentido. Cultiva los frutos que su misma fe va sembrando. Y es en la comunidad, en torno a Cristo Jesús, donde tu oración queda fortalecida en la presencia del Señor.

Sólo, cuando compartes, tu corazón está abierto a la corrección y rectificación de tus malas actitudes. Porque, sólo en la comunidad tiene lugar la corrección fraterna. Una corrección alumbrada a la luz del Espíritu Santo.

Descubrimos, entonces, que nuestra fe no puede ser vivida de manera individual sino comunitaria. El aislamiento nos empobrece e impide que maduremos nuestra fe tentados por el egoísmo y la individualidad personal que llega a ensoberbecernos y a aislarnos de los demás.

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