Hoy, después de más de dos mil años, conocemos la Buena Noticia. Buena Noticia de Salvación por la que somos hijos de Dios llamados a la Vida Eterna. Creados – por Amor – para ser felices eternamente y para amar.

Pero, esa Buena Noticia, también nosotros estamos llamados a anunciarla, porque muchos tendrán la oportunidad de conocerla por nosotros, y si le fallamos, posiblemente no la conocerán. Eso sí, serán ellos los que luego tendrán la responsabilidad de decidir aceptarla o no.

Por tanto, no perdamos la fe, la confianza y la disponibilidad a dejarnos asistir y conducir por la acción del Espíritu Santo, que ha venido a nosotros, en la hora de nuestro bautismo, para acompañarnos, orientarnos e iluminarnos para cumplir con nuestra misión. Dejarnos amar por nuestro Padre Dios y amar a los hermanos.