Un síntoma, consecuencia del amor, es alumbrar y dar luz por donde tus pasos te llevan. Porque, quien ama va dejando la estela y la huella impresa en el camino por el que circula. Un camino diáfano, claro y alumbrado por esa llama del corazón que alumbra todo lo que toca.
Ser cristiano responsable y comprometido con mi bautismo, en la medida que mi vida es sal y luz, por y para los que me rodean, es la tarea que debe ocupar el centro de mi corazón. Y esa es y debe ser la cuestión que debe interpelarme. ¿Soy realmente sal y luz?
Y, si no lo soy, ¿cuál es la medida de mi fe? ¿Qué sal y luz soy para todos aquellos que están en mi vida y de los que yo formo parte? Tratar de ir respondiendo a esta pregunta irá conformando mi vida a la Palabra y al compromiso de mi bautismo por la Gracia de Dios. Amén.
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