Si la humidad es la condición para llegar a Dios, tus obras tienen que estar bañadas de humildad para que sean agradables a Dios. Por tanto, todo lo que construyes en la presuntuosidad y apariencias no será agradable a Dios.
Es evidente que lo que hace tu mano derecha no debe saberlo la izquierda. Nos lo dice el Evangelio de hoy, y con ello quiere significar que tus buenas obras deben ser realizadas en la humildad, sin miramientos ni lucimientos y en la mayor discreción posible.
Cuando amas en verdad lo haces sin buscar, ni que te vean ni lucimiento. Y, sobre todo, sin condiciones y totalmente gratuito. Lo haces por amor y sabiendo que Dios, Tu Padre, la ve y lo conoce. Él es tu público y eso es lo que nos debe importar, Hacer todos nuestros actos por verdadero amor.
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