La pregunta que nos hacemos hoy es: ¿Para qué nos afanamos hasta el punto de agobiarnos y enfrentarnos por atesorar riquezas en este mundo? ¿Todavía no nos hemos dado cuenta que de muchos no nos sirven? ¿Acaso no experimentas esa chispa de eternidad en tu corazón?
O planteado de otra forma, ¿nos vale la pena atesorar esos tesoros que terminan por ser roídos por la polilla y la carcoma? ¿O terminan para que otros nos los roben o nos persigan con la intención de conseguirlos? ¿Son esos bienes o riquezas verdaderos tesoros?
No es mejor tratar de negociar con ellos buscando el bien de los demás y tratar de compartirlos para cambiarlo por el único y verdadero Tesoro que es el Amor. Ese Amor que perdura hasta la Vida Eterna y nunca se apaga ni se corroe. Merece la pena pensarlo.
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