sábado, 26 de junio de 2021

 

Ocurre que nos acordamos de Dios en los momentos que la vida nos sacude de forma grave e inesperada, y, percibimos que nadie nos puede ayudar ni sacar de ese problema. ¿A quién acudir? Esa búsqueda de solucionar nuestro problema nos conduce a encontrarnos con Dios.

El Evangelio de hoy nos lo descubre en la vida y momentos de ese centurión, que movido por el amor y compasión a su criado, pide a Jesús, el Señor, que le sane y desde la distancia, solo con una Palabra suya. Esa confianza y fe llega a admirar al Señor. Precisamente, la repetimos hoy en cada celebración Eucarística.

¿Cómo está mi fe? ¿Insisto y persevero pidiéndole al Señor que me sostenga y aumente mi fe? ¿Persevero en la constancia, lucha y esperanza de confiar que la Misericordia del Señor transformará mi corazón? Amén.

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