jueves, 1 de julio de 2021

 

Evidentemente, el peligro no viene de afuera, porque, lo de afuera se puede superar y vencer cuando dentro estamos fortalecidos y apoyados sobre roca firme. El peligro está dentro, si dejamos que nuestro corazón quede contaminado con esas parálisis que debilitan nuestro corazón.

La envidia se cuela sin darnos cuenta; el odio se enciende alimentado por esa envidia que nos invade; nace un deseo de venganza que nos impulsa a la calumnia y hasta la muerte. Y, simultáneamente, la maquina del mal empieza a fabricar múltiples deseos de malintencionados pensamientos.

Y nuestro corazón, indefenso e impotente no puede levantarse. Permanece paralizado en nuestra camilla del pecado. Necesitamos buscar al Señor y pedirle, sí, lo primero, que limpie nuestros pecados y todo lo demás quedará sin sanado y podernos levantarnos e irnos a casa.

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