miércoles, 30 de junio de 2021

 

La avaricia y el afán de riqueza y poder nos lleva a romper con los valores escritos y sellados en nuestro corazón. Borramos lo que nos hace persona y nos da dignidad de hijos de Dios, es decir, el amor, y nos entregamos a la ganancia de riqueza y bienes que nos dan poder sobre los otros.

Y, primando eso más que el amor y la fraternidad, rechazamos al Señor y lo expulsamos de nuestros corazones. Preferimos seguir sometidos y encadenados al dinero y a la esclavitud del pecado que experimentarnos liberados y salvados de lo caduco y finito.

Y, a pesar de todo, la ceguera que nos impone la ambición de poder y riqueza, nos nubla de tal manera que no nos deja ver la verdad y nos sumerge en la mentira y en la plena oscuridad. De tal forma que, teniendo la promesa de la Vida Eterna, la cambiamos por un plato de lentejas. ¡Es para pensárselo!

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