En el fondo de nuestros corazones todos buscamos la felicidad. Nos importa muchos ser felices, pues, de no serlo nuestras vidas serían un suplicio. Ahora, ¿qué o quién nos da la felicidad? Por nuestra naturaleza pensamos que el dinero, el poder, la concupiscencia, la fama…etc.
Pero, la experiencia a lo largo de nuestra vida nos desengaña y nos demuestra que al final de todo eso nuestros corazones continúan vacíos. Son espacios de felicidad efímeros y sin plenitud. Y experimentamos que seguimos insatisfechos y anhelando esa felicidad que nos llama.
El Evangelio de hoy nos a clara el dilema: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada». Sin lugar a dudas, Jesús nos ha dejado claro el camino.
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