lunes, 27 de septiembre de 2021

 

Jesús respeta nuestra libertad. Sabe lo que hay dentro de nuestros corazones y conoce nuestras ambiciones y las inclinaciones a las que nos llevan nuestros pecados. Sentimos deseos de felicidad, pero creemos que esa felicidad está en darle satisfacciones a nuestros apetitos y concupiscencias.

Y rechazamos la propuesta que nos hace Jesús. Creemos y deseamos más las nuestras, nos parecen mejores y desoímos las que Jesús nos propone. Luego, ¿qué ocurre? Detrás de nuestros planes no hay sino vacío, sin sentido y perdición, porque la felicidad no está en las cosas de este mundo.

No está la felicidad en ser primero sino en servir y darse aunque eso suponga ser último. Porque, servir y darse exige quedarte para el final, es decir, ser último. Y todo lo realizado para gloria de Dios, porque lo que haces en y por su nombre es según su Voluntad.

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