La decisión de avanzar por el camino recto debe ser firme a pesar de las muchas dificultades que se pueden presentar. Hay muchas curvas que seducen e invitan a descansar y relajarse. E incluso a tomar otros caminos más suaves, dulces y placenteros.
Sin embargo, nuestra decisión debe ser firme, apoyada en roca firme que no nos permita zozobrar ni sucumbir a las tempestades. No podemos rehuir de nuestro objetivo, proclamar la Buena Noticia, por y ante las dificultades que nos salgan al paso.
Siempre dispuestos hasta el extremo, como hizo nuestro Señor, de dar la vida antes de deponer nuestra intención, entrega y voluntad. Nuestro camino lo ha diseñado el Señor, y no es otro que el seguirle hasta entregar nuestra vida como nos mostró e hizo Él.
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