sábado, 29 de enero de 2022

 

Todos hemos experimentado en algunos momentos situaciones de apuro hasta vernos con el agua al cuello. Y, es, precisamente en esos momentos, cuando viene a nuestra mente y a nuestro corazón la presencia de Jesús. Queremos que Él esté con nosotros, en nuestra barca y acudir a Él.

Puede parecernos, como a los apóstoles en el Evangelio de hoy, que Jesús esté dormido. Le hablamos, le llamamos, le pedimos y no encontramos respuesta. La barca – nuestra vida – sigue a la deriva. ¡Señor, me hundo! ¿Dónde estás?

No quiero ir hacia la otra orilla sin tu compañía, Señor. Te invito a subir a mi barca, a mi humilde barca, para que navegues conmigo por este mar de mi vida lleno de peligros y tentaciones. Dame la fortaleza y la fe que necesito para sostenerme a tu lado y dejar el timón de mi barca en tus manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.