martes, 1 de febrero de 2022

 

La cuestión o nuestro problema es discernir si realmente nuestra fe llega hasta ahí. ¿Estamos inquietos, deseosos y animados a dejarnos guiar por el Espíritu Santo? ¿Creemos que lo hemos recibido en nuestro bautismo? ¿Se nota en mi vida?

¿Creo que si llego al Señor, y dejo que entre en mi corazón, me sanará? Al parecer todo se centra en la fe. Es un problema de fe. Y, como es un don de Dios, lo único que puedo hacer es pedirla y, a pesar de no sentirla, ni comprenderla, confiar y dejarme llevar.

Es como guiarte a pesar de no entender a dónde vas o no apetecerte mucho que te lleve. Es dejarte y confiar. Posiblemente, dado ese paso, estás ya creyendo, estás ya dejando entrar la fe. Y ten por seguro, el Espíritu Santo hará el resto. Esa fue la respuesta que dio Jesús a Jairo: «No temas; basta que tengas fe»

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