miércoles, 2 de marzo de 2022

Trasparentamos lo que a simple vista se ve, nuestros pecados y nuestros egoísmos. Y es que si realmente nos confesamos pecadores es porque lo somos. Y eso es lo que trasluce y todos ven. Y no porque queramos esconderlo, sino porque es lo que somos y transmitimos.

Sin embargo, nuestras buenas obras tratamos de esconderlas o, al menos, esa debe ser nuestra intención. No mostrar ni exhibir nuestras buenas obras ya que nada tenemos para vanagloriarnos. Todo es regalo de Dios menos el pecado que es y viene por causa nuestra.

Un pecado que vive y anida en nuestro corazón contaminado y herido y sometido a la corrupción, hipocresía y falsedad. Por eso, acudimos al Señor para que, por su Gracia y Misericordia Infinita, se lavados y limpios de toda impureza.

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