Es
Indudable que habrá días, unos de espinas y otros de rosas, pero, a pesar de
esos contratiempos, siempre será la esperanza de vida eterna en plenitud la que
nos sostendrá y dará fortaleza para sostenernos en el camino.
No
te entiendo, Señor, pero, cuando medito esa limitada incomprensión mía, llego a
la conclusión de que, ¿qué me vale un Dios conocido? No haría falta la fe ni
tampoco la esperanza. Un Dios limitado y
sin misterio deja de ser Dios.
Seguirte me produce miedo y temor. Mi naturaleza humana huye del sufrimiento y de las dificultades. Es comprensible y natural, Señor. Sin embargo, experimento que crezco en madurez cuando me enfrento a las dificultades. Y, hasta siento gozo.
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