Todos
comprendemos y sabemos que la solución de todos los problemas del mundo está en
el amor Nadie podrá negarlo. Un amor gratuito y sin condiciones. Y un amor que
se extiende también a los enemigos y a los que nos persiguen. Para eso
recibimos al Espíritu Santo.
Tu
forma de amar, Señor, eso es otra cosa, se hace difícil de entender. Pero, sabemos que es la
forma perfecta de amar. Experimento que por mí mismo me será imposible
lograrlo. Dame, Señor, la Gracia de transformar mi endurecido corazón en uno
como el Tuyo. Amén.
Sabes
y experimentas que el amor trasciende. No puede ser de otra forma, porque, de
quedarse encerrado en tu propio círculo, quedaría incompleto. El amor descubre
su propia esencia cuando realmente ama a quien se declara enemigo y perseguidor.
Entiendes
—dijo Pedro— que los hombres busquen la gloria, fama y éxito en este mundo.
¿Crees —Manuel— que eso vale la pena? —Lo digo porque la experiencia es que el
hombre sigue erre que erre.
—Tengo
el mismo interrogante que tú —respondió Manuel—. Supongo que la ceguera de sus
corazones no les deja ver la realidad. —Porque, la vida nos enseña y todo está
muy claro, ¿no lo crees, Pedro?
—Absolutamente, el final de este mundo ya lo sabemos.
Luego, ¿por qué no levantar la mirada y mirar
más allá.
—Dependerá —Pedro, de cada uno.
—Sí, supongo que así lo ha querido Dios.
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