¿Para
qué tantos afanes y ambiciones si todo termina en este mundo? ¿Acaso no lo
hemos visto en nuestro antepasados? ¿Y luego qué? ¿A dónde van y terminan todas
nuestras ilusiones, ambiciones, esfuerzos y logros? ¿Vale la pena luchar por
este mundo o, mejor, lo importante es buscar el Reino de Dios?
Inquiétame,
Señor, y dame el impulso de moverme, de avanzar y no quedarme en la rutina, en lo
acostumbrado, en la norma, el precepto y el mero cumplimiento. Haz, Señor, por
tu Gracia, que mi vida no se estanque y avance al ritmo de tu Amor. Amén.
Sin
darnos cuenta, el saqueo se hace muy frecuente y legal en esta sociedad
nuestra. Porque, hoy, en la era digital, entra en tu casa cualquier oferta,
tentación que te induce y te tienta a dejarte engañar o a ser saqueado.
Son
tiempos difíciles y diferentes. Experimentas que, ahora, eres más lento, más
pesado y vulnerable. Experimentas que estás en manos de Dios que, aunque
siempre lo has estado, ahora en la ancianidad se hace más cercana y evidente. Y
te sientes gozos al experimentar, como la suegra de Pedro, la mano que Dios te
tiende.
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