Es
lo que importa, tener un lugar en el Cielo que, Jesús nos ha ofrecido y hasta
preparado. Y esa debe ser nuestra perenne alegría y gozo: Saber que nuestros
nombres están escritos para y en el Reino de los Cielos. ¡No perdamos ese
regalo!
Sin
Ti, Señor, mi camino no ve la luz, queda sumergido en la oscuridad del mundo,
del demonio y la carne y al borde del precipicio. Solo Tú, Señor, me conduces
por la Luz que me llevas al verdadero Camino, a la única Verdad y a la Vida
Eterna.
Si pensamos serenamente, llegaremos a la conclusión, por mucho que queramos engañarnos, de que todo lo que consigamos aquí abajo de nada nos sirve. Solo importa lo que tengamos en la otra vida, y ahí lo verdaderamente importante es llegar al Cielo, lugar de gozo y felicidad eterna junto a nuestro Padre Dios.
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