¡Señor,
la alegría de sabernos salvados nos sostiene firmes en la fe! A pesar de
nuestras caídas y pecados, experimentamos el gozo y la alegría de que Tú, Señor,
nos salva. Porque, por nuestros méritos nunca podríamos alcanzar tu
Misericordia y salvación.
Señor,
eres un Dios cercano, misericordioso y compasivo, y cada día experimento tu
compañía y tu misericordia. Dame esa fortaleza que necesito para superar mi
debilidad y, con tu Espíritu, poder vivir en tu Voluntad y Misericordia. Amén.
La fe en saberme salvado y eterno en tu Gloria, Señor, sostiene mi vida y fortalece mi camino frente a las adversidades, debilidades, seducciones y pecados de este mundo. Creo en tu Palabra, Señor, y, a pesar de mis pecados confío plenamente en tu Misericordia.
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