La
fe exige creer y confiar. Eso significa que siempre habrá duda e inseguridad,
pero, a pesar de eso se confía y se cree. ¡Y se camina! Eso quiere decir que se actúa y se obedece.
Se vive en su Palabra y se espera en su Resurrección. Es decir, se tiene fe.
Gracias,
Señor, porque cada día de mi vida te preocupas por mí y vas sanando las lepras
que amenazan mi vida y tratan de ahogarme, consumirme y someterme al pecado.
Gracias, Señor, porque mi vida se sostiene firme y en pie por tu Infinita
Misericordia.
A
pesar de todo se avanza confiando en su Palabra. Tener fe es creer en aquello
que no ves o que no entiendes ni comprendes. Pero, te fías y pones toda tu
esperanza en ello. Yo creo en tu Palabra, Señor, y confío en Ti. Por tanto,
espero, por tu Infinita Misericordia, tu perdón y mi resurrección. Amén.
Hay
momentos que el deseo de la verdad y la justicia me supera y, ante la mentira y
la hipocresía me desequilibro interiormente y pierdo mi control. Por eso, pido
disculpa y me arrepiento. Es evidente que soy un pecador y confieso mi pecado,
y, levantándome prometo equilibrarme, perdonarme y perdonar a aquellos que,
aprovechándose, utilizan la mentira y el engaño para sostenerse en el poder.
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