Hemos
oído muchas veces exclamar: ¡No hay nada como una madre! Pero ¡tener a la Madre
de Dios como también Madre nuestra es algo que no podemos ni imaginar ni,
menos, entender! Sin embargo, sabemos que con ella vamos por buen camino.
Quiero,
Señor, ser auténtico, vivir tal y como Tú me has creado y con las cualidades y
talentos que me has regalado. No quiero esconder nada y, ¡sí, darlo todo!
Mostrarme tal y como soy y vivir en el esfuerzo de ser auténtico según tu
Palabra y Misericordia. Amén.
Mirémonos
en la Virgen. Porque, además de se nuestra Madre, y nada mejor que una madre,
¡más cuando se trata de la Virgen, Madre de Dios! Es el ejemplo vivo de como
seguir y ser discípulo de su Hijo Jesús. Fue ella su primera discípula
aceptando y dando el SÏ al plan de salvación que Dios Padre le había confiado
eligiéndola Madre de su Hijo.
Se hace necesario, muy necesario el discernimiento. El Papa Francisco continúa hoy hablándonos del discernimiento, porque sin discernimiento, ¿a dónde vamos y hacia dónde caminamos?
Y si por otro lado, dentro de nuestro corazón hay un deseo irrefrenable de ser feliz, ¿cómo es que no nos preguntamos cómo y dónde podemos alcanzar esa felicidad? Es evidente que la respuesta no está en este mundo. ¿Por qué no la buscamos donde realmente se encuentra? Es ahí donde debemos discernir.
Discernir - nos dice el Papa Francisco en la audiencia de hoy - es la cuestión. Porque sin discernir qué deseamos y qué es bueno para nosotros, ¿a dónde vamos? Está en primer lugar saber cuál es el camino para luego caminar. Y lo que a todos nos interesa es conseguir ser feliz. Para ello, necesitamos paz y amor misericordioso. ¿Dónde lo buscamos? Solo está en Jesús, que nos lo ofrece de parte de su Padre. Es ahí donde tenemos que esforzarnos y poner todo nuestro discernimiento. Porque, eso es lo que nos interesa.
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