Buscamos pruebas
para convencernos de que Jesús es el Hijo de Dios. Pues bien, las profecías
recogidas siglos antes en el Antiguo Testamento dan testimonio de que Jesús es el
Hijo de Dios enviado a rescatarnos de la esclavitud del pecado.
Ven Espíritu Santo
y haz de mi vida la tuya para que injertado en tu Espíritu sea fiel a mi
llamada y compromiso bautismal. Fortalece mi espíritu y dame sabiduría y paz
para que corresponda a esa llamada del Señor de ser anuncio y voz, de vida y
palabra, de la Buena Noticia.
Todo lo
profetizado en el Antiguo testamento tiene verdadero cumplimiento en el Nuevo
en la Persona del Hijo, nuestro Señor Jesús. Y es que nuestro corazón
endurecido por el pecado se resiste a ver la realidad. Nos empeñamos en buscar
razones.
La verdad siempre molesta al que trata de vivir en su verdad, no en la Verdad. Y la democracia es aprender y aceptar vivir con aquel que piensa diferente a ti. Eso sí, dentro del respeto, la libertad y la justicia buscando siempre la Verdad. O lo que es lo mismo, el bien y la paz.
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