No es cuestión de
elegir, sino de aceptar lo que Dios quiera de ti. Es Él quien elige y sitúa en
el camino. Tú y yo solo nos toca estar atento, a la escucha, expectante y a la
espera. Él nos conoce, nos quiere y sabe quiénes somos. Nos ha creado para
vivir eternamente.
Solo en ti, Señor,
confío y pongo todo mi ser. Mi vida es tuya, Señor, porque Tú me la has
regalado. Yo, que sé que Tú me amas y quieres regalarme una vida eterna y
feliz, te la entrego para que puesta en tus manos, Tú, mi Señor, la modeles a
tu Voluntad. Amén.
Somos sus criaturas y nos ha creado sin nuestro permiso. Ahora, nos ha dado la libertad y solo nos salvará con nuestro permiso. Eso es lo que tenemos que darle, nuestra libertad y nuestros pecados para que Él por medio de su Amor Misericordioso nos limpie y nos dé vida gozosa y eterna junto a Él.
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