Juan sabe dónde
está su lugar y cuál es su misión. Es el que media y anuncia la venida de
Jesús, el Mesías esperado y Cordero de Dios. Nos preguntamos, ¿sabemos nosotros
cuál es nuestra misión? ¿Sabemos a quién tenemos que anunciar con y en nuestra
vida?
Dame la fortaleza,
sabiduría y paz que necesito, Espíritu Santo, para poder reflejar en todos mis
actos tu presencia y tu amor misericordioso. Dame la paciencia de saber
aceptarme, aceptar y asumir todas mis limitaciones y pecados confiados en tu
misericordia. Amén.
Discernir sobre
nuestra misión en este mundo es buscar respuestas que respondan a esa chispa de
amor y eternidad sembrada en nuestro corazón. Porque, ¿si no hemos advertido
todavía que es el amor lo que nos hace feliz y eterno estamos muy despistados?
Si vives realmente
el gozo de sentirte hijo de Dios y que estás salvado, la muerte ha sido
vencida, no puedes callarte. Quizá no lo digas pero se nota y se ve, aún en el
dolor y sufrimiento. Porque, en este mundo todo pasa y llegará la hora de
encontrarnos con el Señor, donde reinará el gozo y la felicidad eterna.
Puedes tomar el camino que quieras. Sin embargo, dentro de ti hay un impulso que te mueve a buscar la felicidad. ¿Dónde está? es lo mismo que preguntarte ¿dónde está tu fe? Y buscar la respuesta es el mejor negocio de tu vida.
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