Vivimos en una
contradicción constante y no nos damos cuenta. Buscamos la felicidad eterna y
seguimos con los ojos cerrados erre que erre. Es verdad que la búsqueda no exige
pasar primero por el dolor pero, detrás del dolor, está el Tesoro, el Reino de
Dios.
Toda ley se reduce
plenamente a amar. Ese es el reto de nuestro camino y nuestra vida: Amar como
Jesús nos ha amado. Esa es la forma y manera que nuestro Padre Dios nos ama y
que Jesús, su Hijo, nos ha mostrado, anunciado y enseñado.
No cabe duda de que sometido por el pecado a las tentaciones, seducciones y placeres de este mundo, demonio y carne se nos hace harto difícil ver la luz de la salvación eterna. Es necesario salir de este ambiente de esclavitud y oscuridad y buscar la luz donde el corazón pueda atisbar donde realmente está el camino y a quien tengo que agarrarme para vencer las dificultades.
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