La pregunta está
latente en cada instante y momento de nuestra vida. ¿Quién es Jesús para mí? Y
mi respuesta se va fraguando y madurando en mi propio camino en la medida que
sigo firme sus pasos y me esfuerzo en crecer y madurar en mi fe.
Sin ti, Señor, mi
vida se desorienta. Experimento que camino en la oscuridad sometido a mis
propias pasiones, impotente y esclavo de mis debilidades y flaquezas. Te
necesito, Señor, para que con tu presencia me levantes y me salves de la
esclavitud del pecado.
Todo empieza por conocer a Jesús y saber quién es y que te propone. Es verdad que las prácticas religiosas y todo acercamiento te facilitará ese encuentro con Él, pero la cuestión está en llegar a Él y conocerle. De ahí arrancará tu conversión y tu respuesta definitiva y comprometida. Así sucedio con Felipe y Andrés, con Natanael y Pablo, y con todos. La conversión. empieza por conocer a Jesús y en Él poner los cimientos de nuestra fe. Lo mismo que si queremos construir una casa, se empieza por los cimientos.
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