No podemos parar
porque nunca llegaremos al final. Sí, esta vida se nos acaba pero continúa la
otra. Y en la otra recibiremos el espaldarazo final a nuestra lucha en ésta. Y todo
gracias a la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios.
Solo en tu
presencia, Señor, experimento la fortaleza de sentirme firme y fuerte para
vencer todos los obstáculos que amenazan mi vida y tratan de hundirme en el
pecado y alejarme de Ti.
Posiblemente, la
existencia del Purgatorio es el lugar donde alcanzaremos esa perfección que
aquí, en este mundo, buscamos. Por eso, nuestro caminar ha de ser constante,
perseverante y en actitud de amar y amar mejor cada día al estilo de Jesús. Tal
y como Él nos ha enseñado a amar.
Sabemos por experiencia que la violencia engendra violencia. Por tanto, ese no es el camino. Jesús nos señala el camino, el amor y la oración por los que hacen el mal y dejan que su corazón se llene de odio, egoísmo, envidia y venganza.
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