La fe de aquella
mujer abrió el Corazón del Señor que, rechazándola porque primero estaban los
hijos de Israel, conmovido por su fe le concedió lo que le pedía. ¿Pedimos nosotros
con esa fe? Pidamos, pues, que el Señor nos aumente la fe.
Tú, Señor, eres el
camino y queremos seguirlo. Sin embargo, sabemos de nuestra debilidad y que
desfallecemos a la menos contrariedad. Levántanos, Señor, y no dejes que los
afanes, seducciones de este mundo nos puedan y nos aparten de Ti. Amén.
Posiblemente nos quejamos de que el Señor no nos oye o no nos hace caso. Pero ¿creemos que el Señor puede concedernos, si nos conviene, lo que le pedimos? ¿Estamos convencido que el Señor nos oye y escucha y sabe lo que realmente necesitamos?
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