En realidad, ¿qué
buscas en este mundo? ¿No te has dado cuenta de que tu vida es corta y pasa
rápidamente? ¿Y qué aquí la felicidad es transitoria? ¿No te llena de esperanza
el saber que ese deseo tuyo de vida eterna es realizable? ¡Escucha al Señor!
El mundo me
presenta muchos caminos de aparente éxito y felicidad. Pero, pronto Señor me
doy cuenta de que vuelvo al vacío y a la desesperación. ¡Señor, indícame el
camino que conduce a Ti. En Ti está la felicidad y la paz que busco. Amén.
Todos tus esfuerzos aquí abajo son vanos. ¿Por qué? Porque no te servirán para conseguir eso que tanto persigues: ser feliz y vivir en paz. La felicidad y la paz no pertenecen a este mundo porque está sometido al pecado. La felicidad y la paz solo se pueden abrazar permaneciendo en el Señor. Él es Fuente de gozo, de paz y felicidad eterna. ¿Acaso no lo percibes? ¿No te das cuenta?
La fe no se puede enseñar ni darla como algo heredado. La fe es el resultado de transmitir tu experiencia personal como consecuencia de tu encuentro con Jesús. Una experiencia que se concreta en un estilo de vida de amor generoso y misericordioso. Y como resultado deriva en una acción evangelizadora al ser coherente tu vida y tu palabra según la Voluntad de Dios.
No se trata de transmitir, ni de enseñar, ni de dar una doctrina y normas morales. Se trata de contagiar un fe que nace de un encuentro personal con Jesús. Y cuando eso lo llevas a tu vida de modo que lo que crees, recibido de Jesús, se hace vida en tu propia vida, la fe se contagia y evangeliza. Hoy el Papa Francisco nos habla precisamente de eso, de evangelizar.
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