Es, aunque ahora
no lo veamos, la decisión más seria e importante de nuestra vida. De ella
dependerá lo que realmente nos importa y buscamos: la Felicidad Eterna. Está en
nuestras manos decidir qué camino tomamos. Sin perder la paciencia, Jesús nos
acompaña.
Sé, Señor, que
estás pendiente y te preocupas por mí. Entregando tu Vida por todos los hombres
me lo has demostrado. Sin embargo, yo quiero pedírtelo cada día, me gusta
recordártelo y darte las gracias. Y, sobre todo, ponerme en tus manos. Amén.
Nos pasamos toda la vida buscando ser felices. Incluso, preguntado por si lo somos respondemos afirmativamente. Noa engañamos porque queremos siempre quedar bien delante de los demás. Por experiencia sabemos que la felicidad en este mundo no es plena. Luego, ¡la felicidad eterna nos la estamos jugando cada.
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