PENSAMIENTOS EN EL CALOR DE LA NOCHE

Nos cerramos a la Verdad cuando preferimos permanecer en nuestras verdades ya concebidas; en nuestras comodidades ya instaladas en nuestra vida y todo lo nuevo nos resulta molesto y difícil de asumir. Nos paramos y permanecemos en nuestras verdades.

Abre mi oído, Señor, y hazme entender tu Palabra, no solamente para escucharte sino para cumplirla en la medida que pueda. Dame la fortaleza para esforzarme en dar todo lo que he recibido. Amén.

Aquellos judíos, no todos, estaban cerrados a la Palabra de Jesús. No querían entender porque primaba sus verdades y sus formas de concebir el mundo en el que estaban y se sentían cómodos. Rechazaban por tanto todo lo que les complicaba la vida. No aceptan el discipulado que Jesús propone. ¿Nos pasará también a muchos de nosotros algo parecido?

Solo un encuentro serio, profundo con la Persona de nuestro Señor Jesús nos lanzará a una acción apostólica de anunciarle y darle a conocer a todos los lugares donde nuestra vida pueda llegar o se desenvuelva. Cada uno en la medida de sus cualidades y capacidades recibidas.

Hoy sigue el Papa hablándonos del celo apostólico y nos pone a Pablo como el ejemplo emblemático que nos puede a descubrir que lo importante, aunque ayudan, no son los estudios sino el encuentro serio y profundo con Jesús. Pablo, todo tenacidad y pasión por la ley de Dios, nos dice el Papa, que llegó a querer destruir la Iglesia, tras el encuentro con Cristo transforma ese deseo en abrazar a la Iglesia. Y eso nos debe descubrir la importancia y lo fundamental que es el encuentro con el Señor. Es el pilar y la base de nuestra fuerza apostólica.