Ese es el camino.
Un camino que tiene cruces, sufrimientos, dolor, pero que esconde al final el
triunfo, la alegría y la felicidad eterna. Porque, detrás del dolor está la felicidad,
y detrás de la fe se esconde la plenitud de la eternidad. Amén.
Esta semana y
todas, Señor. Mi vida sin Ti pierde todo su sentido. Este mundo es un camino de
paso para llegar a Ti, donde seremos felices eternamente. Y yo, ya que Tú, mi
Dios, me lo regalas por amor, quiero recibirlo. Amén.
No se puede obviar que seguir a Jesús nos complica la vida. Pero, lo que no se puede perder de vista es que tras esa cruz se esconde el tesoro que buscamos, la felicidad eterna. Y esa tiene que ser nuestra esperanza y de donde sacaremos la fortaleza para seguir adelante. Saber que al final triunfaremos por la Gracia de Dios y resucitaremos en y por Cristo Jesús que ha pagado nuestro rescate.
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