¿Has experimentado
emoción, entusiasmo y una fuerza que te impulsa a sentirte fuerte, seguro y
alegre alguna vez en tu vida? Quizás sea eso algo parecido a lo que sintieron
aquellos discípulos de Emaús? ¡No te dejes engañar por el mundo?
Te damos gracias,
Señor, porque cada día de nuestra vida es un Don de tu Amor y Misericordia
Infinita. Gracias, Dios mío, porque cada instante es una hermosa y única
ocasión para ganarnos el regalo que tu Amor Misericordioso nos ofrece
gratuitamente. Amén.
Es evidente que tu corazón no va a arder si no se acerca al Fuego. Ese Fuego que es el Señor que nos da vida, fortaleza, luz y amor. Por el contrario, si está cerca de la oscuridad del mundo y de la tibieza que trae el manantial de las pasiones, concupiscencias, egoísmos y pecados terminará por enfriarse y endurecerse y resistirse al amor de Dios.
Tu celo apostólico
viene tras la experiencia de un encuentro personal con Jesús. San Pablo así lo
transmite tras tener una experiencia personal y encuentro con Jesús. Porque,
como nos dice el Papa Francisco, puede suceder que tu celo venga de tu propia
ambición, búsqueda de vanagloria y éxitos. Pero, ese encuentro con Jesús nace
de tu inquietud y búsqueda por conocerlo.
Cuando quieres anunciar algo entiendes, por una sencilla razón, que tienes que moverte. Quieto, parado no puedes llegar a muchos sitios. Es lógico, pues, que tienes que abrir tu voz para que llegue a muchos lugares. Es verdad que hoy los tiempos son diferentes y desde tu casa puedes llegar a muchos lugares a través de la Blogosfera. Internet abre esa posibilidad pero necesitas tener inquietud, celo apostólico que te impulse a dar a conocer la Buena Noticia. Y eso sin un encuentro personal con Jesús no es posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.