Cristo es el
centro de nuestra vida y todo nuestro ser y actuar tiene que estar mirándole y
centrado en su Persona y Palabra. Vivir en Él, Resucitado y Vivo en nosotros,
es hacer nuestro su Palabra y su estilo de vida sabiéndonos pobres, pecadores y
limitados. Por eso le necesitamos plenamente.
¿A dónde voy,
Señor, sin tu presencia y tu Infinita Misericordia? Toma mi vida, entra en mi
pobre corazón, transformarlo y haz que siga el ritmo de tu Voluntad para que
pueda amar como Tú nos has enseñado. Amén.
A todos nos gusta amar. Lo que ocurre es que confundimos el amor con la satisfacción y el egoísmo. Queremos amar, sí, pero sintiéndonos a gusto y satisfechos. Eso de darnos, de olvidarnos de nosotros y buscar el bien del otro soportando nuestro dolor nos cuesta mucho más. Y por nuestra cuenta nunca podremos hacerlo, nos será imposible. Necesitamos al Espíritu de Dios – Espíritu Santo – para que fortalecidos en Él poder realizarlo y vivirlo.
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