Reconocernos hijos
y pecadores es la condición primera que necesitamos para pedirle, buscarle y
llamarle. Porque, nuestro Padre Dios nos dará siempre lo que realmente necesitamos
aunque no lo merezcamos ni lo entendamos según nuestros deseos.
Digamos que mi
obsesión, Señor, es imitarte en todas mis acciones y actos de relación y
responsabilidad en mi familia y en todas mis relaciones. Tratar se ser nexo de
paz, de verdad, de justicia, de fraternidad con todos aquellos que mi vida me
lleve a relacionarme.
Es evidente que
para pedir, buscar y llamar es condición primera experimentar necesidad, falta
de condiciones o cualidades y saber o conocer a quien hay que llamar para
obtener esas carencias o necesidades. Todo eso exige un paso previo: humildad,
confianza y, sobre todo, fe. Sin fe no buscarás ni pedirás. Y menos llamarás.
Experimentar tu condición de pecador y sometido al pecado te impulsarás a pedir, buscar y llamar por tu liberación de esa esclavitud. Y eso solo, descubrirás, te lo puede dar el Señor, tu Padre Dios.
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