Sometidos por
nuestros apegos, apetencias y egoísmos metemos, como el avestruz, la cabeza en
un agujero y nos entregamos a la mentira, demagogia e injusticia. ¿Acaso no sé lo
que está bien o no? Todo consiste en ser humildes, sinceros y reconocer que
somos pecadores.
Dame, Señor, la
paciencia que necesito para darme cuenta de que Tú no eres un instante de mi
vida sino que eres la Vida, el Camino y la Verdad. Y que solo por Ti, y a
través de Ti, Dios mío, puedo llegar a ser feliz eternamente. Dame la paciencia
para esperar y confiar en Ti.
A partir de ahí
puedo levantarme, sacar la cabeza del agujero e ir viendo y experimentando que
mis pecados me son perdonados. La Misericordia de mi Padre Dios es Infinita y
me espera con los brazos abiertos a que reconozca mis pecados. El paso es darme
cuenta de mis debilidades y reconocerme hijo pródigo. Confiar en que, por la
Gracia del Espíritu Santo, puedo corregirme y vencerme haciendo el bien y
evitando el mal.
Un Bautismo – Lc 12, 50 – de muerte y Resurrección: su Pasión y Crucifixión. De la misma manera nosotros al ser bautizados simbolizamos una muerte al pecado, sumergidos en el agua bautismal, y una resurrección a la vida de la Gracia. Una muerte – será nuestra cruz – que llegará en esa hora final de la que esperamos, por los méritos de nuestro Señor Jesús, resucitar para la Vida eterna y gozosa en plenitud.
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