Cada instante de
nuestra vida es un inmenso regalo del Señor. Y en ese instante tenemos, por
decirlo de alguna manera, la gran oportunidad de ganarnos un poquito de eternidad
gozosa, Nada es fruto de nuestras obras, todo es regalo del Señor.
Sí, realmente el
Señor está presente en mi vida. Su Palabra es eterna y lo ha prometido. ¡No
faltaría más! Ahora, otra cosa es que yo lo sienta o quiera sentirlo. Le
escuche y esté atento a lo que me dice. Porque, cuando lo hago experimento y
siento su presencia.
Pero Él ha
querido, creándonos libres, darnos esa oportunidad de colaborar. No ha querido
forzarnos ni someternos. Nos deja, por su Voluntad, que decidamos nosotros.
Para ello nos ha dado lo necesario para elegir, tomar nuestra cruz y confiar en
su Palabra. Y exigirnos corresponsabilidad y fraternidad entre los que menos
tienen y más necesitan. Es el mandato del Amor, tal y como Él nos ama.
Pienso y creo que
sería una contradicción no evangelizar. Porque, el no hacerlo descubre que
nuestra fe no es verdadera fe ni nuestro seguir al Señor es verdadero
seguimiento. En la media que nuestra fe y seguimiento es verdadero y auténtico,
nuestra vida y nuestra palabra evangeliza. Quizás un treinta, un sesenta o un
cien por ciento según nuestros talentos. Pero, por la Gracia de Dios,
evangelizamos.
En la Audiencia de hoy miércoles 25 de octubre, el Papa Francisco continúa con la catequesis de la evangelización. Nos habla de dos hermanos, Cirilo y Metodio, misioneros de Tesalónica que se adentraron en la cultura eslava para llevarles la Buena Noticia del Amor Misericordioso de Dios. Abramos también nuestros corazones y dejemos actuar al Espíritu Santo para que también nosotros seamos luz de Buena Noticia en el espacio de este mundo donde nos movemos.
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