Juan nos prepara
el camino, nos anuncia que Aquel que ha de venir a liberarnos de la esclavitud
del pecado está ya entre nosotros. Y no puede haber mejor Noticia que esa: Jesús,
el Hijo de Dios, está entre nosotros, nos perdona y nos salva.
Solo Tú, mi Señor,
sabes y eres la Verdad, el Camino y la Vida. ¿A dónde voy si no voy contigo?
Dame, Señor, la sabiduría y la luz para saber siempre recorrer el camino junto
a Ti, y, sobre todo, a dejarme iluminar por tu Palabra y tus enseñanzas. Amén.
Eso es
precisamente lo que significa Navidad. Y lo que celebramos por estas fechas
llamadas navideñas. Vivimos el momento de la encarnación del Hijo del Hombre en
Naturaleza Humana escenificado en el Belén, el Misterio del nacimiento del Niño
Dios. Cantamos y nos alegramos porque el Mesías prometido se hace presente en
carne y hueso como nosotros y viene a proclamar el Amor y la Misericordia de
Dios, nuestro Padre.
No digáis «gasto de lo mío y me regalo con lo mío» No es de lo vuestro, sino de lo ajeno. Y lo llamo ajeno porque vosotros queréis: Dios quiere que sea vuestro lo que ponéis en manos de vuestros hermanos. Y lo ajeno se convierte en vuestro si lo empleáis por los demás. Pero si empleas despiadadamente lo tuyo solamente para ti, lo tuyo se convierte en ajeno (CJ – Cuadernos 234 – Ricos y pobres en el Nuevo Testamento – José I. González Faus).
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