Prevalecen nuestras
ideas y objetivos y rechazamos las del Hijo enviado, donde está la verdad y la
vida. Sin Él iremos sin rumbo por el mundo y nuestra vida será como una veleta
al viento. En Él van y están todas nuestras esperanzas y, sin Él nuestros
frutos no nos servirán de nada.
Necesito, Señor,
aislarme del ruido del mundo para hacer silencio dentro de mí y poder escuchar
tu Voz. Silencia, pues, mi corazón y abre mis oídos interiores para que tu
Palabra haga morada en mi corazón y yo pueda hacer de mi vida tu Voluntad.
Amén.
Porque es en Él donde todo cobra sentido y tiene valor. De nada nos vale tener y poseer porque todo tiene su tiempo. Nada es perpetuo en este mundo y todo pasa. De modo que todo lo que tiene fecha de caducidad es perecedero. Y lo perecedero no tiene valor. Tratemos de cosechar frutos de vida eterna que son los que nos da el Hijo de Dios que viene a anunciarnos la Misericordia de su Padre Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.