La Palabra de Jesús impacta. Y no lo hace porque sea hermosa, precisa y cierta, sino porque arde en lo más profundo de nuestros corazones. Es una Palabra de Verdad, de justicia, de paz que llena de verdadera esperanza y nos mueve a la Vida Eterna.
También nosotros,
Señor, queremos limpiar tu rostro. Y lo haremos en la medida que seamos capaces
de limpiar, con tu Gracia, las impurezas de nuestros corazones. Danos, Señor,
esas fuerzas para, sin miedos, acercarnos a Ti como la Verónica
En lo más profundo
de nuestro corazón escondemos, quizás sin darnos cuenta, un fuerte impulso de
eternidad de que hemos sido creados para vivir eternamente en gozo y plenitud
de felicidad. Es precisamente la impronta de nuestro ser de hijos de Dios. Nos
ha creado para que seamos felices en su Reino, pero antes tendremos que,
libremente, creer en su Palabra y ser fieles a su Voluntad.
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