martes, 23 de abril de 2024

PENSAMIENTOS EN EL SILENCIO DE LA NOCHE

Es evidente que la fe es un don de Dios. Un don que Dios da a aquellos que escuchan su voz, que confían en Él y, en consecuencia, le siguen. En mi caso me siento un privilegiado, creo en Él, y me esfuerzo en seguirle tratando de cumplir su Palabra.

Cada día es un nuevo reto. Si lo entendemos y tomamos así tendremos la oportunidad de ponerlo en manos del Señor. Porque, solo en y por Él podemos llenarlo de amor y misericordia y contagiar nuestra fe. Amén.

Considero un gran privilegio pertenecer a ese rebaño del que el Señor habla en su Evangelio de hoy. Un rebaño muy singular en el que cada uno tiene su nombre propio, es conocido por su Pastor y mantiene trato directo con Él. Un privilegio de ser personalmente querido, conocido y amado de forma única, personal e individual. Un Amor Misericordioso que nos identifica como hijos de Dios.

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