No busques tu
salvación en este mundo ni en ningún otro planeta. Toda la ha dejado Dios en
tus manos. Dependerá de ti, de que creas o no la Palabra del Hijo, nuestro Señor.
Ha venido a este mundo a anunciártelo y a enseñarte el Camino, la Verdad y la
Vida.
Sí, si queremos
seguir a Jesús hay que cambiar nuestra mirada del mundo. No podemos verlo como
medio para servirnos y alcanzar metas de poder, riqueza y bienestar. Tenemos
que verlo como un camino de servicio, de amor y misericordia hasta el extremo
de perder o dar nuestra vida. Y, claro está, ganaremos la Gloria.
No es cuestión,
por tanto, mirar para otro lado sino discernir que es lo más conveniente: ¿Las
cosas de este mundo o las que tu Padre Dios te ofrece en el otro? Porque, mira
y piensa: Las cosas de este mundo son caducas. Por mucha felicidad que te den,
ésta se acaba. Y eso no es del todo felicidad. Mientras, la que Dios te ofrece,
y de la que te habla el Hijo, nuestro Señor Jesús, dura para siempre. Felicidad
eterna.
Frente a las barreras que nos oprimen y nos enfrentan, Jesús propone lo contrario, abrirnos a la concordia, a la paz y a la libertad. Claro, los obstáculos son nuestros propios egoísmos y pasiones desmedidas de poder, riqueza y de estar por encima del otro. La paz y la fraternidad exigen despojarnos de todas nuestras ambiciones y egoísmos.
En la audiencia de
hoy miércoles - 10/04/24 - el Papa nos habla de la virtud de la fortaleza. Una
virtud que deberemos siempre pedir y cultivar para defendernos de los peligros
que constantemente nos acechan.
Hoy el Papa Francisco nos habla de la virtud de la fortaleza. Y es que sin ella, al menos yo lo pienso así, nuestra vida iría a la deriva y sometida a las pasiones. Necesitamos la fortaleza para sobreponernos a nuestra debilidades y frágiles inclinaciones a la que nos someten nuestras propias pasiones y nuestros más grandes enemigos: mundo, demonio y carne.
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