Todo se reduce a
darse, a servir y a ir entregando tu vida por ponerte al servicio de aquellos
que lo necesitan, que Dios ha puesto en tu vida para que tú entregues la tuya
en servicio, por amor, a los demás
Señor, el camino
se me hace grande, y no sé recorrerlo como a mí me gustaría según tus mandatos.
En muchos momentos no sé qué pedirte ni que es lo que realmente me conviene. Me
pongo en tus manos, Señor, y envíame tu Espíritu para que dirija mi vida y la
ponga en el camino que lleva a un encuentro contigo. Amén.
Luego, los que son
servidos deben poner de su parte la obediencia al servidor; el cumplimiento de
sus consejos, de sus sugerencias, de sus normas y esfuerzos para que no vuelvan
a caer en manos del desorden y abandono. También son responsables de administrar
bien lo que reciben de los demás.
Es posible que nuestras experiencia nos esté dictando que el mundo va camino de su propia destrucción. Hay muchos factores en juego que nos indican esa apreciación. Sin embargo, Jesús, nuestro Señor, está y camina con nosotros, y, por su Palabra, sabemos que en Él estamos seguro y salvados. De su mano vamos hacia la Casa del Padre. En Él confiamos.
Nuestro mundo, sumiso al pecado, va camino de su propia destrucción. Solo orientándolo hacia el encuentro con el Señor, encontramos sentido y orientación a nuestra vida. Y es ese nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida, caminar como pueblo - Iglesia - al encuentro con Jesús, el Hijo de Dios Vivo, que nos lleva al encuentro del Padre. Leamos y meditemos la audiencia del Papa Francisco.
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